El solsticio de invierno marca el día más corto y la noche más larga en el hemisferio norte, un evento que ha fascinado a la humanidad durante milenios. Monumentos como Stonehenge se alinean con el punto donde el sol sale o se pone en esta fecha, reflejando la conexión ancestral con los ciclos de la naturaleza.
Tradicionalmente, este día simbolizaba el renacer de la luz tras la oscuridad más profunda. Era común encender hogueras y celebrar festines para ahuyentar las sombras del invierno. Las tribus germánicas decoraban sus hogares con siempreverdes como símbolo de esperanza y el regreso de la primavera.