A lo largo de más de 560 kilómetros en el sur de Brasil, la costa de Santa Catarina guarda siglos de historia y belleza natural.

Mucho antes de la llegada europea, los carijós —del grupo tupí-guaraní— habitaban esta región, viviendo en armonía con el mar y la tierra.

En 1529, el nombre "Santa Catarina" ya figuraba en los mapas del mundo.

Durante el siglo XVIII, llegaron colonos azorianos, y pronto el litoral se convirtió en escenario de disputas entre Portugal y España.

Más tarde, inmigrantes alemanes e italianos enriquecieron la cultura local.

En los siglos XIX y XX, florecieron los puertos y comunidades pesqueras.