Tallada en acantilados de arenisca roja, Petra y su joya, Ed-Deir, o "El Monasterio", evocan una aventura digna de Indiana Jones.
Escondida en el corazón del desierto de Jordania, esta antigua ciudad fue la capital del Reino Nabateo en el siglo II a.C. y floreció como un importante centro del comercio de especias, conectando regiones tan distantes como China, Egipto, Grecia e India.
Tras ser abandonada durante unos 500 años, fue redescubierta en 1812, ganándose el sobrenombre de "Ciudad Perdida".